Entrevista a Sergio Schmucler

El arte como militancia

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Entrevista al director de “Guachos de la calle (Memorias del desarraigo)”, película sobre el grupo cordobés Rimando Entreversos, que este miércoles se estrena en el Pabellón Argentina

Si hay algún rasgo dominante detrás de esa etiqueta conocida como cine cordobés reciente ha sido la repetición de un esquema de abordaje de lo político primordialmente desde el género documental, mientras la ficción se suele limitar a narrar el espacio de lo privado y las experiencias de la intimidad –con alguna excepción por supuesto, como “Hipólito” (2011), de Teodoro Ciampagna, o “La sombra azul” (2012), de Sergio Schmucler–. Se podría afirmar que se trata de un panorama que caracteriza al cine argentino en general, aunque a nivel nacional sí se puedan encontrar más excepciones que relativicen la hipótesis, sobre todo en los últimos años por el surgimiento de películas que intentan dar cuenta de los ejes que guían la discusión del presente en el ágora pública –entre las que se encuentra el mayor éxito de la historia, “Relatos salvajes” (2014), de Damián Szifron–. Pero lo cierto es que el documentalismo cordobés tiene una fuerte impronta política y social cuya historia acaso se remonte mucho más allá en el tiempo, pero cuyo presente resulta cuando menos estimulante gracias a un par de hitos como “Yatasto” (2011), de Hermes Paralluelo, o “Criada” (2009), de Matías Herrera Córdoba, más la multiplicación de posibilidades que existen en desarrollo.

Uno de sus más constantes cultores, el citado Sergio Schmucler –acaso el mayor detractor de aquella etiqueta enunciada al inicio, una polémica que aquí resulta irrelevante–, sumará a partir de este miércoles una nueva voz a esa fértil historia con el estreno de “Guachos  de la calle (Memorias del desarraigo)”, la película sobre el grupo de rap Rimando Entreversos, formado por jóvenes de villas miserias y asentamientos marginales en el seno de la Fundación La Morera, donde descubrieron que la música podía ser una forma de lucha, identidad y expresión colectivas. Será además una presentación doble, porque los integrantes del grupo estrenarán también su nuevo disco, titulado “Pura realidad”, terminando de conformar una alianza entre arte, militancia e intervención política que sin dudas resulta digna de alentar. La cita es a las 19 en el Pabellón Argentina de la UNC, con entrada gratuita, aunque la película seguirá en cartelera a partir de mañana en el Complejo de Cines Gran Rex, por una semana más.

MI: ¿Cómo esperas el estreno de la película?

Sergio Schmucler (SS): Estoy muy conmovido porque me parece que es la primera vez que se cumple un anhelo quizás adolescente mío que tiene que ver con generar una sinergia directa entre pensamiento, arte y acción directa en términos políticos. Esta es una película vinculada directamente al fenómeno que representan los Rimando Entreversos, a su participación en los movimientos populares y su militancia.

MI: ¿Qué fue lo que te interesó de la historia de los Rimando?

SS: Me interesó que estos muchachos, inmersos en el ámbito musical excluyente del cuarteto, se encontraran con la música que se ha convertido en la herramienta de la protesta, de la rebeldía en la mayoría de los países de América latina. Por otra parte descubrí que indagando en sus vidas iba a poder trabajar sobre el tema que me ronda en casi toda mi obra: el asunto del desarraigo. Justamente el rap es una herramienta artística vinculada a las poblaciones desarraigadas del continente.

MI: ¿Cómo buscaste reflejar esa historia?

SS: Considero que una clave para comprender la vida de los marginales es revisar la larguísima cadena de desarraigos que sufrieron sus familias desde hace muchísimas generaciones. Se podría imaginar una línea que une la historia de muchos de los pobladores de un pueblo como Curapaligüe (del hice una película hace cinco años) que se tuvieron que ir de allí por el absoluto abandono del Estado, y que vinieron a las barriadas obreras de la ciudad siguiendo el extraño y corto sueño industrial cordobés, para terminar viviendo en las villas miserias. Por eso la familia de los chicos en Quilino, sus recuerdos, etcétera. «El cuarteto me da tristeza», dice Jesica en una entrevista. «Por eso hago rap y no cuarteto, porque el cuarteto me hace pensar en lo que le pasó a mi hermano, en la droga, en la muerte. Con el rap puedo decir las verdades que siento en mi corazón».

MI: ¿Cómo fue el trabajo de acercamiento a los chicos del grupo?

SS: El acercamiento a los chicos no fue problema porque me acerqué de la mano de los directores de la fundación La Morera, que trabajan con ellos desde hace años. Además porque los jóvenes marginales en general no tienen nada que ocultar, al contrario, suelen hablar mucho y claramente.

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MI: ¿Cómo intentaste captar esa otra voz? ¿Cuáles fueron las pautas que guiaron tu acercamiento?

SS: Lo que yo hice fue primero una lectura previa a partir de todo el material de videograbado que ellos fueron haciendo desde que nacieron, los recitales, entrevistas, etcétera. A partir de eso, hice una lectura etnográfica si se quiere, un acercamiento personal, una larga charla que tuve con cada uno de ellos de manera individual. A partir de allí, surgieron los temas centrales que se objetivaban en la propia charla, que tienen que ver con sus propias vidas: ¿qué es lo que más volvían ellos de sus propias experiencias de vida? Y ahí es donde yo me enfoqué, al decir con cada uno de ellos voy a trabajar desde esto. La idea no era mostrar las cosas de alto impacto, porque tenemos imágenes de lucha cuando a uno lo meten preso o incluso de sufrimiento, pero queríamos mostrar la otra cosa, la experiencia cotidiana, la experiencia de vida. Lo que busca la película es en efecto mostrar la humanidad que hay detrás de los personajes, partiendo de la base que la sociedad cordobesa ha invisibilizado justamente eso, la dimensión humana de estos chicos.

MI: ¿Qué pensás que aporta tu película a nuestra sociedad?

SS: Lo que quisiera es aportar un granito en la educación de la clase media, para que descubran que detrás de lo que ellos consideran «negros de mierda», hay seres humanos tan valiosos como ellos mismos.

HDC: ¿Con qué antecedentes o referentes relacionarías a tu obra?

SS: Esta película es la otra cara de la moneda de “La hora del lobo”, el cortometraje de Natalia Ferreyra. En aquella hablan los muchachos ricos que defendieron su gueto de los «negros de mierda». En esta, hablan los negros que tratan de resistir el permanente sentimiento de desprecio que se les tiene. Por eso decidimos que el estreno de la película se enmarcara en una movida cuya consigna central es «Frente al desprecio, todos nuestros cantos, todos nuestros gritos».

Por Martín Iparraguirre

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